- Conforme nos adentramos en la fase de recuperación, el equipo de renta variable estadounidense colabora estrechamente con nuestro equipo de análisis fundamental con el fin de analizar dos temas clave que determinarán el posicionamiento sectorial y la selección de valores en los próximos meses.
- El primer tema es el gasto en consumo. Los balances de los hogares se hallan mucho más saneados ahora que cuando salieron de otras recesiones, pero el patrón de consumo en 2021 será diferente al de la época precoronavirus. La «economía de la experiencia», que irrumpió con fuerza en la década de 2010, exhibirá el mayor crecimiento. Esto significa que los sectores del turismo, el entretenimiento fuera del hogar y el ocio saldrán beneficiados. Ahora bien, un significativo porcentaje de los viajes de negocios (quizás hasta un 50%) no se recuperará.
- Nuestro segundo tema es cómo los cambios en los costes corporativos se traducirán en un mayor apalancamiento operativo y en una mejor rentabilidad conforme repuntan los ingresos. Trataremos de identificar aquellas compañías que han logrado recortar permanentemente sus costes operativos durante la pandemia.
- Una presidencia de Joe Biden, pero con un gobierno dividido (si los republicanos logran el control del Senado), podría resultar favorable para los servicios públicos (donde se prevé una continuación del impulso hacia la generación de energías más limpias, lo que debería favorecer a las compañías reguladas), el sector inmobiliario, el consumo básico y los materiales. No obstante, el panorama se vislumbraría más lúgubre para la atención sanitaria, la energía y las finanzas, donde la probabilidad de que aumente el impuesto de sociedades sería menor, lo que resultaría propicio para el sector, aunque la perspectiva de nuevas iniciativas reglamentarias más estrictas podría suponer un lastre.
Dadas las perspectivas de un inminente despliegue de las vacunas, la cuestión primordial que se están planteando los inversores
en el mercado estadounidense de renta variable es cómo posicionar sus carteras de cara a un retorno a la normalidad de la
economía tras las perturbaciones provocadas por la COVID-19.
Esta pregunta conlleva muchas otras: ¿Cuánto durará el proceso de
normalización? ¿Asistiremos a una «nueva normalidad» o más bien a una
reversión del statu quo prepandémico? ¿Qué cambios podría aportar la
nueva administración estadounidense?
En este contexto, el equipo de renta variable estadounidense colabora
estrechamente con nuestro equipo de análisis fundamental con el fin de
analizar dos temas clave que determinarán el posicionamiento sectorial
y la selección de valores en los próximos meses.
El rebote será diferente al de otras fases de salida de recesión, ya que esta vez los balances de los hogares se hallan en una situación mucho mejor
El consumidor estadounidense
El primer tema clave es la recuperación del gasto en consumo. En nuestra
opinión, el rebote tras la pandemia será diferente al de otras fases de salida
de recesión, ya que esta vez los balances de los hogares se hallan en una
situación mucho mejor. Pese a las penurias causadas por la COVID-19 en
los grupos de menores rentas, muchos hogares de ingresos medios y altos
saldrán de la desaceleración con una excelente salud financiera. La tasa
de ahorro en Estados Unidos se disparó en 2020 hasta alcanzar el inédito
nivel del 32% en abril,1 lo que refleja la escasez de oportunidades de gasto
durante la pandemia, ya que la libertad de movimiento de los consumidores
se vio mermada y muchos negocios se vieron obligados a cerrar de manera
temporal.
No obstante, creemos que el patrón de consumo en 2021 será diferente al
de la época precoronavirus. Durante la pandemia, los consumidores que no
podían viajar y gastar en el sector de hostelería y ocio empezaron a invertir
en mayor medida en productos para el hogar. Prevemos la inversión de esta
tendencia cuando la «economía de la experiencia», que irrumpió con fuerza
en la década de 2010, vuelva a exhibir crecimiento. Los sectores del turismo,
el entretenimiento fuera del hogar y el ocio saldrán beneficiados.
No obstante, la aceleración de la «economía virtual» observada durante la
pandemia limitará la demanda de los consumidores en otros ámbitos, ya que
ciertas actividades como las videoconferencias se convertirán en prácticas
habituales. A nuestro parecer, el teletrabajo se mantendrá en niveles elevados
y un significativo porcentaje de los viajes de negocios (quizás hasta un 50%)
no se recuperará.
Esto podría tener importantes consecuencias en muchos ámbitos. El uso del
transporte público y las tasas de ocupación de oficinas probablemente se
verán alterados, y los ingresos de las compañías que prestan servicios a los
trabajadores de oficinas en los núcleos urbanos podrían verse mermados.
Las aerolíneas y los grupos hoteleros que habían adaptado su oferta
para sacar partido de las tendencias en los viajes de negocios en la era
precoronavirus podrían afrontar importantes desafíos.
Atención al apalancamiento operativo
Una reducción a largo plazo de los viajes de negocios forma parte del segundo
gran tema que hemos identificado: los cambios en los costes corporativos que
se traducirán en un mayor apalancamiento operativo y en una mejor rentabilidad
conforme repuntan los ingresos. Durante la crisis, las compañías realizaron
profundos recortes de costes, aplazaron las inversiones y reorganizaron
los procesos empresariales para proteger los beneficios y la liquidez. Nuestro
análisis sugiere que, mientras algunas firmas tendrán que gastar conforme
crecen sus ingresos, otras han llevado a cabo reorganizaciones que se
traducirán en menos gastos operativos de forma duradera.
Así pues, una de las principales tareas analíticas de los próximos
trimestres será identificar aquellas compañías que han logrado recortar
permanentemente sus costes operativos durante la pandemia. Esto podría
ser el resultado de reestructuraciones o de las cambiantes prácticas
laborales en respuesta a una crisis sin precedentes, o podría deberse al
mayor uso de datos y tecnologías para optimizar las operaciones.
En cualquier caso, la mejora del apalancamiento operativo que han logrado
estas compañías alentará un aumento constante de la rentabilidad a lo largo
del próximo ciclo económico. En nuestra condición de inversores, también
debemos analizar qué compañías no despuntarán en este frente, y nuestra
capacidad analítica nos permite ir más allá de la situación a corto plazo para
identificar los ganadores y los perdedores a largo plazo.
Como es de esperar, el próximo ejecutivo estadounidense también incidirá en
el entorno empresarial, aunque esperamos que un Congreso dividido limite su
margen de maniobra. No obstante, seguimos con atención los nombramientos
del gabinete del presidente electo Joe Biden y sus candidatos para dirigir las
agencias reguladoras, con el fin de detectar cualquier señal sobre la dirección
de las nuevas políticas.
El próximo ejecutivo estadounidense también incidirá en el entorno empresarial, aunque esperamos que un Congreso dividido limite su margen de maniobra
Nuestro análisis indica que habrá claros ganadores y perdedores sectoriales
durante la presidencia de Biden. Por ejemplo, los servicios públicos figurarán
probablemente entre los ganadores, ya que el impulso hacia la generación
de energías más limpias debería continuar y beneficiar a las compañías
reguladas en este sector. Un gobierno dividido supone un camino más
complicado para la reforma fiscal, aunque incluso con unas subidas más
modestas del impuesto de sociedades, las compañías de servicios públicos
pueden trasladar los costes a los consumidores.
También observamos ganadores en los sectores de consumo básico,
bienes inmobiliarios y tecnología, pero mostramos menos optimismo con
respecto a la atención sanitaria, los servicios públicos y las finanzas (en este
último sector, el panorama resulta más bien heterogéneo). La probabilidad
de que aumente el impuesto de sociedades se ha reducido, lo que resultaría
favorable, pero la perspectiva de nuevas iniciativas reglamentarias más
estrictas podría suponer un lastre.
We would therefore caution against a rush to value and poorly performing stocks irrespective of the outlook, and would also caution investors about value traps.