Aunque el resultado todavía no es oficial, las agencias de noticias apuntan a Joe Biden como presidente electo. Puede que los medios de comunicación estén en lo cierto, pero el desenlace de la carrera presidencial y de la batalla electoral por el control del Senado sigue siendo incierto debido a los recuentos, los desempates y los desafíos jurídicos pendientes. Esperamos una mayor claridad en los próximos días, pero, en cualquier caso, el resultado no será oficial hasta que el Colegio Electoral se reúna el 14 de diciembre.
La máxima prioridad es la pandemia
Supongamos, pues, que Biden se alza con la presidencia y que los republicanos mantienen el control del Senado, una posibilidad que no sabremos con certeza hasta que se celebre una segunda vuelta (elecciones de desempate) en Georgia a principios de enero. Cabe destacar que si los republicanos solo retienen 50 escaños, entonces el voto de calidad del vicepresidente adquiere aún más importancia.
Mitigar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la economía estadounidense y en los ciudadanos más perjudicados será el principal desafío para Biden y su equipo. Conforme dejamos atrás el dramatismo electoral, resultará crucial que los líderes vuelvan a negociar programas capaces de apoyar a las personas, las compañías y los municipios más afectados por el virus. Dada la mayor posibilidad de un Congreso multipartidista (una Cámara de Representantes demócrata y un Senado republicano), el tamaño del paquete de estímulos probablemente será más reducido, aunque suficiente.
Habida cuenta del retraso en la aprobación de una segunda ronda de ayudas, resulta aún más apremiante la necesidad de actuar rápidamente y centrar el apoyo en los más necesitados. En la primera ronda, la velocidad fue crítica, aunque, visto en retrospectiva, el apoyo se distribuyó para demasiados fines. La sesión del Congreso saliente (conocida como «sesión del pato cojo») ofrece una oportunidad para aprobar ayudas específicas adicionales.
Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de Biden para introducir cambios
Los demócratas esperaban una «marea azul» (color del Partido Demócrata), lo que les habría permitido controlar las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno, pero ese escenario no parece haberse materializado. La situación de «pato cojo» no significa que nada ocurrirá, sino más bien que resulta poco probable que, salvo las ayudas relacionadas con el coronavirus y la ampliación de una «resolución continua» (CR) para autorizar la financiación del gobierno federal, apenas habrá nuevas iniciativas durante este corto periodo.
Para muchos inversores, un gobierno dividido es el resultado más favorable. En mi opinión, las elecciones y los posteriores cambios de políticas no suelen afectar la dirección a largo plazo de las medias del mercado, puesto que no suelen alterar drásticamente la forma en que la economía general funciona. No obstante, las políticas pueden afectar significativamente a sectores concretos y, a su vez, generar ganadores y perdedores. Por ejemplo, los posibles cambios en las políticas de atención sanitaria podrían influir en las actitudes de los inversores con respecto a los hospitales y los valores farmacéuticos en diferentes direcciones.
Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de un presidente o un partido político para adoptar algunas de sus ideas más radicales. Si Biden asume la presidencia con un Senado republicano, sus propuestas de aumentar los impuestos para las empresas y los estadounidenses más acaudalados o hacer mayor hincapié en la regulación afrontarán un camino más tortuoso. Esto no significa que los impuestos no subirán, pero podría llegarse a un compromiso más moderado, es decir, un aumento del 25% en lugar del 28% propuesto. Sospechamos que un gobierno dividido también incidiría en las posibles propuestas de la administración de Biden relativas a los impuestos sobre transacciones financieras, bienes inmuebles y seguridad social. Dado el aparente apoyo de los dos partidos al denominado «impuesto de deslocalización» (offshoring tax), un gobierno dividido no implicaría cambio alguno.
Resumen
La conclusión de las elecciones permitirá a los líderes electos centrarse en la importante tarea de concebir nuevas ayudas para aliviar el daño económico provocado por la pandemia, y podríamos asistir a un periodo de volatilidad hasta que eso ocurra. Si bien Biden se acerca cada vez más a la Casa Blanca, su capacidad para adoptar algunas de sus propuestas políticas podría verse limitada por un gobierno dividido. En cualquier caso, creemos conveniente que los inversores sigan centrándose en sus objetivos a largo plazo.
Anexo: ganadores y perdedores sectoriales
El impacto de los cambios normativos varía de un sector a otro. Los analistas de Columbia Threadneedle han dedicado mucho tiempo a identificar los posibles ganadores y perdedores sectoriales en caso de una victoria de Biden, incluso si gobierna con un Senado controlado por los republicanos. A continuación describimos algunas de las conclusiones principales:
Un gobierno dividido significa que algunas de las propuestas que habrían incidido en la inscripción de Medicare quedarán relegadas a un segundo plano, y también que los interrogantes sobre la ley de atención sanitaria asequible (Affordable Care Act) probablemente seguirán presentes. El control republicano del Senado también debería conllevar una mitigación de los temores sobre los precios de los medicamentos.
El panorama en este sector arroja luces y sombras. La probabilidad de que aumente el impuesto de sociedades es ahora menor, lo que resultaría favorable, pero la perspectiva de nuevas iniciativas reglamentarias más estrictas podría suponer un lastre.
Un gobierno dividido reduce la probabilidad de que se adopte un Nuevo Pacto Verde radical y podría dificultar la prohibición de nuevos permisos energéticos en tierras federales. La administración de Trump eliminó muchos trámites burocráticos para las compañías de petróleo y gas, de perforación y gasoductos; parte de esta burocracia podría volver a aparecer, incluso con un Senado republicano.
El impulso hacia la generación de energías más limpias debería continuar, lo que beneficiaría a los operadores de servicios públicos regulados, aun cuando el Senado esté controlado por los republicanos. Un gobierno dividido supone un camino más complicado para la reforma fiscal, y los operadores de servicios públicos regulados habrían sido un ganador relativo en un escenario de subida del impuesto de sociedades, puesto que dicho impuesto puede trasladarse a los clientes de las empresas de servicios públicos.