Es esencial considerar la dimensión social en nuestra transición hacia un mundo con bajas emisiones de carbono. Exploramos las implicaciones para la inversión de una transición justa.
- Estamos asistiendo a la transición energética, con la que surgen
oportunidades para las firmas y los inversores a medida que se va
estableciendo la economía con bajas emisiones de carbono. Dicha transición trae consigo un significativo impacto social, lo que precisará de una gestión eficaz y proactiva.
Nos estamos comprometiendo con las compañías respecto de sus planes para acometer una transición justa y buscamos pruebas que demuestren un pensamiento estratégico y unas medidas concretas. Esbozamos los componentes clave de una estrategia acertada.
Indagamos sobre lo que significa una transición justa desde el prisma de la inversión, lo que incluye las oportunidades presentes en nuestras estrategias de bonos sociales.
Por qué reviste importancia para los inversores una «transición justa»
Estamos asistiendo a la transición energética. Están surgiendo un vasto abanico de oportunidades para las firmas y los inversores a medida que se va estableciendo la economía con bajas emisiones de carbono, mientras que los riesgos y los dilemas que tenemos que afrontar van quedando también cada vez más de manifiesto. Como signatarios de la iniciativa de las gestoras de activos por un mundo de cero emisiones netas (Net Zero Asset Managers)1 y del desafío financiero por una transición justa (Just Transition Finance Challenge)2 , nos comprometemos a tenerlos plenamente en cuenta a medida que integremos los cambios en nuestro análisis de inversiones.
Conforme vayamos avanzando en la transición, sopesar la dimensión social cobra una vital importancia. Se tienen que atenuar los riesgos significativos para las comunidades locales y las condiciones de vida si se quiere evitar el malestar social; se requiere invertir en las capacidades oportunas para conseguir un crecimiento «verde»; y hay que planificar cuidadosamente y generar confianza y licencia social con las comunidades, los clientes y las partes interesadas en general para garantizar una transición justa que tenga el mínimo impacto negativo en
los más desfavorecidos de nuestras comunidades. La gestión eficaz y proactiva de las implicaciones sociales de la transición fomentará la resiliencia y respaldará la capacidad de desplegar capital a escala. En calidad de inversores, debemos entender a qué se asemeja esto y abogar por la claridad en nuestras expectativas para proporcionar un trato justo a la gente.
¿Qué se entiende por «transición justa»?
Se trata de un término que reconoce y aborda las implicaciones humanas de la transición energética, tanto en la transición de «salida» de infraestructuras con notables emisiones de carbono como en la transición de «entrada» a nuevas fuentes de energía, productos y servicios. No se trata de un conjunto inamovible de normas, sino más bien de un concepto y una meta, aunque la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó unas «directrices para una transición justa» en el contexto del Acuerdo
de París de 2015 que constituye un marco básico de buenas prácticas.3
En términos generales, se acepta que existen tres elementos nucleares que toda transición justa debe tener, tal y como articuló el grupo de trabajo respaldado por el G7, los cuales serían los siguientes: impulsar la acción climática y medioambiental; mejorar la distribución socioeconómica y la equidad; y alzar la voz de la comunidad.
Como inversores, ponemos sobre la mesa estos temas con las compañías en el contexto más amplio del compromiso en torno a la gestión de la mano de obra, las relaciones con los clientes y otras partes interesadas y la planificación general de las empresas.
Repercusiones para la inversión
En calidad de inversores, nos gustaría ser testigos de cómo se normalizan los principios de la transición justa en la divulgación de información climática pertinente para cada una de las empresas, lo que reforzaría nuestra capacidad para comprender cómo todo esto incide en la planificación empresarial. Buscamos unas pruebas más claras que demuestren un pensamiento estratégico y medidas concretas por parte de aquellas empresas que se hallan en pleno centro de la transición energética, así como también evidencias de que existe una planificación prospectiva suficiente en torno a los cambios sustanciales que esto supondrá en los requisitos de capital humano. Esto puede presentar un impacto tangible en los resultados financieros de las compañías a través, por ejemplo, de la consecución de más licitaciones en los sectores público y privado y la evitación de onerosos conflictos laborales.
Estamos integrando el compromiso en esta temática en nuestra administración responsable con el propósito de comprender mejor la planificación corporativa y fomentar los avances en la materia. Asimismo, cuando procede, buscamos oportunidades de inversión que favorezcan las prácticas eficaces.
Administración responsable: la transición justa reviste una relevancia crucial para llevar a cabo nuestro compromiso con las cero emisiones netas en calidad de miembros de la coalición CA 100+, y estamos
participando de forma individual y conjunta en esta temática. Nuestro compromiso hasta la fecha se ha centrado predominantemente en los sectores con altas emisiones de carbono y aquellos que guardan relación directa con ellos, el petróleo y el gas y las empresas de servicios públicos eléctricas, aunque estamos ampliando el alcance de nuestras conversaciones hacia empresas relevantes de otros sectores, como la minería, los materiales de construcción y la automoción.
Algunos de los aspectos que representan un mayor desafío a la hora de lograr una transición justa son las cuestiones que rodean el impacto que esto tendrá para los consumidores. Las nuevas tecnologías, como
los vehículos eléctricos o las bombas de calor domésticas, pueden resultar más caras que sus alternativas convencionales, y los esfuerzos de los Gobiernos por imponer su adopción pueden ser muy eficaces en su impacto medioambiental, pero revelar resultados sociales indeseables. Los programas de subsidios estatales como la Ley para la Reducción de la Inflación de Estados Unidos podrían ayudar a cerrar la brecha y tornar la transición más asequible para todos. Un compromiso constructivo de las compañías con los Gobiernos podría contribuir a garantizar el correcto funcionamiento de estas políticas.
La temporada de Juntas Generales de Accionistas de 2023 deparó un repunte en la presentación de propuestas de los accionistas en que se
solicitaba más claridad sobre las estrategias corporativas con respecto a la transición justa, en lo que se incluyen firmas como Marathon Petroleum, Exxon, Chevron y BorgWarner. Estamos apoyando a estas compañías porque, a nuestro parecer, acelerar este tipo de medidas merece su reconocimiento.
Consideramos que existen varios componentes clave para que una estrategia de transición justa tenga éxito:
- Reconocimiento y puesta de relieve de la dimensión social de
la transición y el compromiso con la gestión eficaz de aquellos
aspectos a los que presenta exposición la compañía. - Una supervisión adecuada de la planificación, los procesos y los resultados por parte del consejo de administración y la cúpula ejecutiva, con el establecimiento y la publicación de indicadores clave de rendimiento (KPI, por sus siglas en inglés) que sean mensurables y estén sujetos a plazos cuando proceda y resulte adecuado para garantizar la rendición de cuentas.
- Pruebas de que se consulta a las partes interesadas a la hora de desarrollar la estrategia, en un proceso sólido y responsable que cuente con las aportaciones de los grupos que se vean afectados de forma directa por la transición.
- Identificación de los requisitos de capital humano cambiantes
y compromiso con los trabajadores que se vean perjudicados por la descarbonización por medio de la retención del personal, el reciclaje profesional, la recolocación y/o la compensación, según proceda. - Estrategia proactiva para clientes y comunidades y compromiso
con los organismos gubernamentales cuando sea necesario en
casos como, por ejemplo, las infraestructuras comunitarias
para la electrificación del transporte. - Una mención concienzuda de políticas de más amplio alcance de derechos humanos para evitar crear nuevos perjuicios sociales, por ejemplo, buscando normativas laborales justas y el consentimiento libre, previo e informado de las comunidades para la extracción de minerales de transición.
En nuestra experiencia hasta la fecha, la mayor parte de las compañías se encuentran aún en la fase embrionaria de sus actuaciones respecto de esta cuestión, a pesar del tiempo de antelación que se requiere para establecer e implementar un plan efectivo. Sin embargo, se han constatado algunos avances, al reconocer algunas de las compañías más expuestas este concepto en sus informes. En EE. UU., Marathon Petroleum ha publicado un plan inicial tras las resoluciones de los accionistas en 2022 y 2023, y Exxon ha realizado una declaración introductoria a la que seguirá una estrategia más detallada, al tiempo que preside un grupo industrial clave sobre el tema.4 La firma eléctrica británica de servicios públicos SSE sigue siendo un ejemplo destacado de liderazgo en la planificación y la comunicación de una transición justa.
Inversión: una estrategia de inversión para una transición suele buscar oportunidades generadas por la transición energética sin dejarse atrás
en su análisis la dimensión social de esto. En Columbia Threadneedle Investments, SSE cuenta con una vasta presencia en las carteras de
renta variable como ejemplo de compañía cuya estrategia constructiva y con miras a futuro está ayudando a consolidar un crecimiento atractivo. 5
Más allá de esto, también existen oportunidades para canalizar el capital de manera más explícita en apoyo de una transición justa. Todavía no
se observan muchas emisiones cuyo foco se centre específicamente en este tema. Aun así, la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés) ha adoptado ahora la expresión «transición justa» en sus principios de los bonos sociales, lo que pone de manifiesto que los bonos de impacto pueden dirigirse a los afectados por la transición como población vulnerable y que esto puede incluirse en los informes, al aunar los beneficios colaterales sociales y medioambientales. Columbia Threadneedle se enorgullece de formar parte del grupo de trabajo que implementó esta actualización.
Seguimos siendo firmes defensores de los bonos que se emiten para financiar proyectos que atenúan el impacto socioeconómico de la transición como, por ejemplo, por medio del reciclaje y la recualificación de la mano de obra y del apoyo a las comunidades que se vean afectadas por la pobreza energética.
Ejercemos nuestra influencia cuando lo consideramos adecuado. A título de ejemplo, incentivamos la idea de que se vinculen KPI a parámetros
de conservación del empleo y a las horas de formación para mejorar las cualificaciones de los trabajadores. Estos KPI pueden guardar relación
con la emisión de bonos ligados a la sostenibilidad o (y mejor aún) a un «superbono» que combine KPI relacionados con la sostenibilidad para toda la compañía con un bono dedicado al uso de los ingresos, que respalde proyectos individuales.
Otra compañía que ha demostrado liderazgo a la hora de tener en
cuenta los principios de una transición justa en su planificación es EDP
(Energias de Portugal). En los planes de EDP para 2030 se muestra de
forma explícita un objetivo de descarbonización que no dejaría a nadie
atrás. Esta intención se llevó a buen puerto, al procederse al cierre de
la central eléctrica de Sines en 2021. En la preparación de este cierre
no se excluyó en absoluto el impacto sobre los empleados de EDP. En
última instancia, a los trabajadores directos se les ofreció otro trabajo en
la compañía o la jubilación anticipada, mientras que a los trabajadores
indirectos se les proporcionó apoyo a la hora de buscar alternativas
laborales en la región a través de una oficina local de apoyo de nueva
creación. Columbia Threadneedle se enorgullece de formar parte del
grupo de trabajo que sugirió esta actualización.
Además, EDP reconoce que la transición energética no se materializará sin buenos equipos de liderazgo y gestión; para apoyar el giro dentro de la compañía, EDP ofreció programas de formación y liderazgo a los empleados existentes, y se contaron un total de 52.000 horas completadas en 2020.
EDP ha considerado e integrado aspectos importantes de una transición justa en su plan empresarial. Este año ha conseguido el objetivo de implementar un «Plan de Transición Justa» en todas las centrales que son objeto de la transición.
¿Y ahora qué?
Queda patente que una «transición justa» reviste una significativa relevancia, y los inversores, el sector empresarial y la sociedad en
su conjunto se beneficiarán si prestan a la dimensión social de la transición la atención que requiere. Estos asuntos exigen tiempo y un esfuerzo de calado para su planificación, si bien ya estamos apreciando cómo los líderes del mercado adoptan medidas importantes. Nuestras expectativas respecto a las compañías que impulsan la transición para esbozar estrategias significativas aumentan a medida que nos movemos hacia el futuro. Seguiremos comprometidos con los avances en este sentido, y seguiremos trabajando en un robusto examen de los riesgos y las oportunidades relacionados en nuestros análisis de inversión.
Prevemos que el alcance de esto se expandirá. El concepto de una transición justa se suele circunscribir a las consecuencias derivadas de la interrupción en la producción de electricidad con altas emisiones de carbono, aunque, a nuestro parecer, tiene muchos más ámbitos de aplicación. Podemos extender los principios a todo el componente social que implica la adaptación al cambio climático y su mitigación, a medida que las compañías urden planes para la resiliencia de las cadenas de suministro, que van desde los cambios en el abastecimiento agrícola hasta las fábricas de ropa del sur de Asia expuestas al riesgo climático físico.
Abordar este tema plantea algunos retos. Los objetivos sociales y medioambientales pueden entrar en conflicto a veces, y debemos trabajar mucho como inversores para eludir expectativas contradictorias sobre las compañías, al tiempo que respaldamos los esfuerzos de magnitud realizados para sortear las dificultades. Una transición justa solo puede llegar a materializarse mediante un enfoque de colaboración entre todas las partes interesadas, y mostramos nuestro total compromiso con el desempeño de nuestro papel en calidad de inversores.
A pesar de los desafíos que implica, queda también claro que las oportunidades que se derivan de la transición energética con bajas emisiones de carbono podrían ser extraordinarias, tanto para los inversores como para la sociedad. Si queremos que esto cristalice, se precisará de una gestión eficaz de las cuestiones sociales y se tendrán que sentar unos sólidos cimientos para el crecimiento. Seguiremos desarrollando nuestras reflexiones sobre esta temática de transición justa y continuaremos trabajando para que tenga éxito.