Los inversores no deberían esperar que todo «vuelva a la normalidad» en 2023, afirma Melda Mergen. La mayor inflación y el deterioro de la coyuntura económica implicarán que no todas las compañías prosperarán
Por lo general, la inflación implica un retroceso en las valoraciones de la renta variable, un hecho que constatamos a lo largo de 2022, pero en todo el conjunto del mercado. Creemos que seremos testigos de una mayor dispersión en las valoraciones en 2023, y la más fustigada será la renta variable de mayor duración, a saber, las compañías que exhiben expectativas de crecimiento en un periodo más lejano en el futuro. Los inversores tendrán que hacer gala de una mayor cautela respecto de lo que están dispuestos a pagar por obtener beneficios futuros, algo que vendrá precedido por las exigencias de rentabilidad. Todo esto se traduce en que las compañías que no sean capaces de cosechar beneficios tendrán más visos de ver cómo el mercado rebaja su valoración.
Disponer de efectivo revestirá cierta importancia
Oportunidades relativas, compañías resilientes
Si bien el crecimiento económico se va ralentizando, en estos momentos no parece que se vaya a producir una recesión muy profunda en Estados Unidos. Por el contrario, las economías
europeas están sometidas a notables tensiones y parece probable que tenga lugar una recesión de mayor calado en el Viejo Continente. En los mercados emergentes, las economías se han visto sometidas a presión por las políticas chinas de «covid cero», la fortaleza del dólar y la situación geopolítica.